26 de abril de 2013

Camino a casa

La arrullaba el golpeteo de las gotas sobre la delgada tela de la sombrilla, disfrutaba el aire nocturno, frío, con su olor a pavimento mojado. Dentro de la chaqueta su piel estaba tibia, no sus pies, la lluvia le empapaba el pantalón de la rodilla para abajo.


Su paso constante y monótono, el ruido del agua y el cansancio le cerraban los ojos, probó dejarlos, el chasquido del agua recién pisada la regresó al caminar, debía cuidarse de no pisar los charcos, pero ya sentía la humedad del agua entre los dedos, entonces, para qué evitarlos. El rítmico sonar de las gotas la hipnotizaba, la semana de trabajo le pesaba en los párpados, sus propios pasos cadenciosos la acunaban. 

Dejó que se cerraran, no luchó más, se quedó dormida.