27 de junio de 2013

Increíble

A veces pienso que es mejor no leer ni ver noticias. Me hago el propósito de aislarme, pero se me olvida, caigo y me encuentro frente al televisor o leyendo el periódico en Internet, sintiéndome culpable por querer ignorar las desgracias del mundo.

Hoy me pasó, y me encontré con la noticia de una mujer que queriendo escapar de la golpiza que le estaba dando el marido, que trató de asfixiarla varias veces, se lanzó por la ventana del cuarto piso, con la suerte o desgracia de quedar viva aunque medio desbaratada en el pavimento.

Es increíble, increíble que a pesar de los avances del mundo, de los cambios en los roles, de la educación, las mujeres sigamos siendo víctimas del maltrato, el porqué no logro entenderlo, queriendo hacerme un buen escenario para comprender escribí mi libro “El príncipe de latón” y creo que al inventar el drama de una mujer maltratada logré ponerme un poco en sus pantalones, pero sigue siendo increíble que esas cosas pasen y que existan niños en el mundo que se quedan sin mamá por culpa del papá.


Es aún más increíble que una persona caiga desde semejante altura y quede viva, o que tenga las agallas para lanzarse pero no las tenga para detener al monstruo que la ataca o para denunciarlo a tiempo. Pero lo más impresionante de toda la historia, lo que de verdad me llenó de rabia con el mundo, con las noticias y conmigo misma por leerlas y saber que no voy a hacer nada al respecto, lo que de verdad me enfureció es que la nota termina diciendo que el “atacante” está libre porque la fiscalía “no encontró motivos suficientes para detenerlo”

25 de junio de 2013

Hay días en que todo es una mierda.

Soy una persona positiva, trato de ver siempre el lado bueno de las cosas, de la gente, de la vida, y tengo una buena vida, no me puedo quejar, y me enfurece no poderme quejar, porque hay días en que siento que todo es una mierda, que estoy en el lugar equivocado haciendo las cosas equivocadas y me encantaría no levantarme de la cama o levantarme y abrir la puerta de mi cuarto y encontrarme con el mar o con una leve colina llena de flores, y echarme sobre la arena o el pasto a ver las nubes pasar sin un objetivo, sin afán, sin rumbo y volverme nube y olvidarme de todo y pasar sobre una fulana acostada en la arena o en el pasto y volverme ella, sin afanes, sin rumbo.