Sé que es poco original el pensamiento, pero algunas veces
me gustaría ser la persona que soy hoy pero con la mitad de la edad que tengo.
No tener responsabilidades y poder disfrutarlo, sabiendo cuánto pesa tenerlas. No
tener preocupaciones y gozar cada segundo con la conciencia de saber cómo se
siente tenerlas, pero sobre todo no enfrascarme en discusiones absurdas siendo vidente
del final de las mismas.
Tener el capital que tengo ahora, que no es mucho y poder
gastarlo sin pensar en un mañana, a mis veinte y para las cosas prácticas era
tradicional y hasta aburrida, debo admitir que lo sigo siendo, pero la mujer
que soy ahora con veinte se compraría un carro verde fosforescente, combinaría
más de dos colores en la ropa, sería más atrevida decorando, rumbearía más
tomando menos, viajaría más gastando menos, aprendería más, estudiaría más.
La que soy ahora pero con menos años buscaría trabajo en
Greenpeace, en Unicef o en la Cruz Roja sin importar el salario, se ofrecería
de voluntaria para ir a ayudar en cada desastre, se metería en los barrios más
complicados a enseñarle a los niños a cantar.
He tenido una vida feliz, en su momento loca e
irresponsable; de poder volver al pasado con la experiencia del presente lo
repetiría todo, aunque lo haría más intenso, más emocionante, y sobre todo más
responsable, viviría de nuevo lo que viví, soñaría de nuevo con lo que soñé y
estoy segura de que me lo gozaría más con la conciencia de lo que sé ahora.