Bogotana si, y
de pura cepa, me crié con el “chirriado” de mis tías, el “hedor” y su
conjugación “hiede” el “tres” y el “tris” con un extraño sonido como a ch en
medio de la “t” y la “r”, la diferenciación marcada de mi mamá entre la “y” y
la “ll” que sonaría como /yuca/ con la y sonora y /iuvia/ para el lluvia, el
“¿que qué ala?” y “chinita querida” de las profesoras del colegio. Términos muy
cachacos que cuando pequeña me daban risa y que ahora creo que habría sido rico
perpetuar.
De las bogotanadas
que me pasan hay muchas que también le pasan a los demás, no estoy sola en mi
ignorancia. Alguna vez en un tour cerca a Escocia, vi emocionada un grupo de
vacas blanco con negro pastando en un potrero –¡vacas bogotanas!- le dije
emocionada a mi compañero de silla, un paisa que muy tierno me contestó –no
seas bruta, son vacas holstein y son inglesas- lo que él no sabía es que son
holandesas.
Leí hace poco
un artículo de un bogotano que se sorprendió al encontrarse en plenas ruinas
Incas a un copetón, el pequeño pajarito café que vemos desde pequeños en
nuestros jardines y que ése bogotano pensó que era exclusivo de nuestra ciudad.
He notado con tristeza que cada vez hay menos copetones rondando por los
jardines, y recuerdo un par de anécdotas de mi niñez relacionadas con estos
simpáticos amiguitos. La primera ocurrió un día que el chillido angustiado de
un par de copetones llamó nuestra atención, algo ocurría se movían desesperados
por el techo de la casa, entonces escuchamos un leve piar que salía de la canal
de aguas lluvias (iuvias diría mi mamá) entonces entendimos que la cría de los
pajaritos había caído por la canal quedando atrapada al final del tubo. Vi cómo
mis hermanos inventaban estrategias para sacarlo mientras yo lloraba
desconsolada, desbarataron varios ganchos de ropa que en esa época eran un
simple alambre dulce con forma de gancho de ropa, los unieron haciendo un
circulo al final con la esperanza de alcanzar el pajarito y poder sacarlo, pero
la distancia de más de dos metros, del techo al codo en que debía estar el
polluelo no ayudaban, inventaron otras estrategias, hasta pensaron en romper el
metal, pero el chillido era cada vez más débil. Finalmente decidieron, ya sin
esperanza, suspender el rescate. Lloré un par de días más imaginando al pobre
pajarito y viendo a los papás rondando alrededor del lugar.
La otra fue
una de esas cosas extrañas que pueden ser casualidad pero que se quedan
grabadas en la mente. El techo de la entrada de mi casa era compartido con el
de la entrada de la casa vecina, una tarde, al llegar del colegio vi un copetón
caminando por la viga que comunicaba las dos puertas. En la noche la vecina nos
timbró, estaba muy preocupada porque su esposo no llegaba, había llamado a la oficina,
a los amigos y nadie sabía nada de él. Mientras nos contaba yo veía que a pesar
de la hora el pajarito seguía ahí, caminando de un lado al otro, mi mamá la
acompañó hasta tarde y el copetón permanecía en su lugar. Ya en la mañana, muy
temprano mi mamá pasó a preguntar si sabían algo y la vecina llorando le contó
que lo habían encontrado muerto, en circunstancias extrañas. El copetón ya no
estaba. Siempre me pregunté si el pajarito no sería de alguna manera el mensajero
de este hombre que no pudo despedirse de su familia.
Mi primo que
era bastante fan de los animales se encontró un copetón caído del nido y lo
crió dándole todas las libertades posibles, lo recuerdo yendo a mi casa de
visita con el pajarito en el hombro, recuerdo que volaba, exploraba y al silbar
mi primo, volvía al hombro protector; yo misma tuve uno que encontré abandonado
muy pequeño, con motas blancas en lugar de plumas y le di de comer arroz en
pedacitos y gotas de agua que tomaba con su pico de mi uña, durante el día a
pesar de tener granos servidos no comía esperándome y cuando ya volaba de un
lado al otro en mi alcoba, lo regresé al lugar en el que lo había encontrado.
Definitivamente
me gustan estos pajaritos que para tantas personas pasan desapercibidos, y
espero seguirlos viendo picoteando migas por ahí, que sigan siendo
representantes de esta ciudad que quiero y que espero pueda avanzar, a pesar de
tanto político, para entonces, mis chatos, poder verla más chirriada.