Domingo en la noche, yo
canaleando. Me encuentro con "El Pianista" y veo algo más de media
hora, me duele, como cada vez que veo estas tragedias que han afectado a la
humanidad y me lleno de preguntas. El drama de los judíos y de muchos otros grupos
a los que no les han hecho películas, las humillaciones, las torturas, las
miles de muertes que se dan a diario en el mundo me golpean y me hacen cuestionarme
cómo, si el mundo se entera de lo que pasa con otros seres humanos los
atropellos siguen y no hacemos nada por evitarlo. Cómo permitimos que un
lunático acabe con millones de hombres, mujeres, familias enteras y no hacemos
nada. ¿Qué pasa con las protestas, manifestaciones, derechos humanos? Alguien que
se indigne y trate de detener tanta masacre.
Entonces, cierro mis ojos que es
lo que hemos hecho siempre ante la crueldad y en otro canal me encuentro con “Mercy
Ships”, un inmenso buque lleno de médicos, enfermeras y un montón de personal
de apoyo, que van por los lugares más abandonados atendiendo enfermos, haciendo
cirugías, rehabilitando, capacitando a médicos locales, cambiando la vida de
millones de personas que en la mayoría de los casos no han tenido los medios
para ser atendidos por un médico. Las
cámaras muestran casos de pequeñitos que nacen con malformaciones, de adultos
que cargan con tumores imposibles durante años y que encuentran en ese barco la
única posibilidad de mejorar. Veo la dedicación de los médicos que se separan
de sus familias y sus países durante días, meses o años para, sin recibir
ninguna compensación monetaria, atender a estas personas.
Entonces pienso en el contraste,
pienso también que en este mundo en el que aparentemente la fama y el dinero
son lo único importante, aparecen estos seres que trabajan con todo el corazón
a cambio de sonrisas, de abrazos agradecidos, de la satisfacción de mejorar e
impactar vidas. Con esas imágenes me acuesto, pensando en qué puedo hacer yo
por alguien más y con la grata idea de que aún hay esperanza.