23/04/2014
Ya le tocará a la que venga…
Me pesa un poco la labor diaria, no quiero ya cumplir con mi deber, como que prefiero que todo se quede así y que la que se siente aquí descifre los misterios, responda las inquietudes, ordene los archivos.
Estoy a veintitrés días de entregar mi puesto, más de cinco años trabajé aquí, cinco años lidiando con egos gigantes, banalidades gigantes y cifras gigantes. Cinco años en los que reforcé mi idea de que la plata es lo menos importante en la vida. “Son tan pobres que lo único que tienen es plata” dice mi compañera de puesto y es tan cierto, en este lugar he estado rodeada durante estos años, de personajes que tienen más dinero del que se van a poder gastar en lo que les queda de vida, que el único problema con el que deben lidiar es que ponerse en la mañana, y los veo tan amargos, tan grises, tan inconformes, que agradezco no haber nacido en una cuna de oro.
Bueno, pero lo importante es que me voy, que empiezo una nueva vida llena de sueños y expectativas. Por primera vez en la vida voy a guerrearme el pan haciendo lo que me gusta. Dedicar tiempo a escribir, a corregir, a venderme como escritor es una actividad que seguramente no me va a dar la seguridad económica que tengo aquí sentada, pero que si va a darme la emoción de creerme escritor.
Empezar casi de ceros con más de cuarenta es una locura, lo sé, pero hace tanto dejé de hacer locuras que me parece absolutamente emocionante. Creo que lo que me hace más feliz de empezar este proceso, es la esperanza de que en algún tiempo, cuando le pregunten a mi hija que hace la mamá, responda con orgullo “Mi mamá es escritora”. Cuando eso pase, sin importar el saldo de mi cuenta, me sentiré muy muy feliz.
23/3/2021
Me encontré el texto anterior en la nube, lo leí con curiosidad, no recordaba haberlo escrito. Ahora, repasando lo que ha pasado desde esa fecha, saco las siguientes conclusiones.
Empecé de ceros, bueno, en realidad empecé con mucho en mi haber, mucha experiencia, muchas dudas, muchas expectativas, muchas ilusiones. Han pasado siete años, no puedo creerlo, hice la cuenta con los dedos para estar segura porque me parece una locura, siete años, más de lo que trabajé ahí, pero comparar los casi seis de trabajo contra los siete que llevo de estar en casa es imposible, ahora entiendo eso de que el tiempo es relativo. Estos siete han sido tan cortos que casi no creo que son siete. Nuestra existencia va lento cuando tenemos que lidiar con lo que no nos hace felices, en cambio es increíblemente veloz cuando lo pasamos bien.
Sigo emocionada, ya no son 40, ahora son 50 y la vida que tengo ahora pasa pronto, pueden ser los años, aunque en realidad creo que tiene que ver con la felicidad que me produce lo que soy ahora. Soy escritora, de eso ya no tengo dudas, van cuatro novelas publicadas y aunque el resultado no ha sido el esperado en temas económicos y demás, la felicidad de saber lo que he logrado no la opaca nada. Ahora veo con una sonrisa en la boca, que mi hija sabe que su mamá es una escritora.