A veces, cuando salgo de la oficina, me cruzo en el
corredor con una señora que me saluda tímidamente. Yo la veo, la analizo y
pienso que su juventud se debió dar en plenos años setentas; seguramente por esa
época consiguió su primer empleo y se gastó varios sueldos comprando faldas en
A con chaquetas cortas en paño muy pesado de fibras gruesas, también debió
invertir bastante en zapatos de punta chata con cinta de cuero y hebilla en el
tobillo. Seguro aprendió a dormir con rulos de plástico y compró laca Kleer Lac
de Recamier, o usó limón con azúcar cuando se acababa la laca. Las compañeras
de oficina debieron enseñarle a usar sombra azul claro en todo el párpado superior
y a pintarse los labios de carmín.
Eso está bien, uno se acomoda a su tiempo y trata de
usar lo que se usa, el problema es cuando a pesar del paso de los años uno se
queda estancado en el siglo anterior; creo que eso le pasa a la señora que me
cruzo en el corredor, ella se quedó en los años setentas y sigue usando las
faldas de paño pesado en A, las chaquetas cortas, los zapatos chatos, el
peinado en bucles que se enroscan hacia arriba gracias al efecto de dormir con
el rulo de plástico y luego llenarlo de laca (vaya uno a saber si todavía
consigue la Kleer lac o si usa limón con azúcar).
Yo la criticaba mentalmente hasta que un día, después
de cruzarme con ella, me subí al ascensor y me encontré de frente conmigo
misma, vestida de pantalón medio entubado, camisa por fuera, saquito de lana
con cuello en V y me di cuenta de que solo me faltaba el delineador negro en el
párpado inferior, el copete Alf y las uñas fucsia tan comunes como el resto de
la pinta en los años ochentas y principios de los noventas.
Entonces, tristemente me pregunté si me he quedado
estancada en la moda de la época en la que empecé a comprar mi propia ropa, y
si alguna jovencita de esas que vienen a trabajar con blusa de tiritas, falda
sin medias, zapatos de plataforma a miles de centímetros del suelo, o camisa
con medias y sin falda, me verá de arriba abajo criticando que me hubiera
acomodado a mi tiempo y que me hubiera quedado estancada en el siglo anterior…
Muy cierto!!! pero es que la crítica nos alimenta, quien no critica?
ResponderEliminarMarthape