Ayer jugó Colombia su segundo partido en el
Mundial de Fútbol de Brasil. Los que me conocen se preguntarán que hago yo, una
mujer que básicamente detesta el fútbol, empezando un escrito con semejante
tema. La verdad me pregunto lo mismo, pero es que más que fútbol lo
que vi ayer fue patria. Un amor de patria que no es muy común en mi país.
Desde el sábado pasado que fue el primer
partido de la selección, las calles están invadidas de amarillo, de fiebre
amarilla. Las personas caminan orgullosas con la camiseta, los ejecutivos la
llevan puesta sobre la corbata, las rutas escolares van amarillas del conductor
a los estudiantes, hay más banderas izadas en los edificios que el 20 de julio,
hasta las mascotas se visten de amarillo. Los estadios en los que ha jugado
Colombia se han pintado del mismo color, es como si nuestro país hubiera
viajado camuflado entre las maletas de los jugadores y el himno nacional
cantado con el alma por una gran mayoría de los asistentes al partido es algo
que eriza la piel.
Es emocionante salir a las calles, es
ensordecedor cada gol marcado, cuando dan el pitazo final del encuentro la ciudad
enloquece de cornetas y chiflidos, llueve harina, espuma, papelitos con el tricolor
en medio de gritos y lágrimas.
Es amor de patria en los poros de los que
compartimos esta tierra tan acostumbrada a las noticias no tan positivas. Es un
nacionalismo que usualmente ocultamos y que estos días del Mundial crece y se
desborda. Esa pasión que inspira nuestra tierra es algo que deberíamos
acariciar diariamente, ese orgullo, esas lágrimas, esos besos a nuestro
amarillo, azul y rojo, todos esos síntomas de la enfermedad amarilla deberían
ser nuestro diario y contagiarnos permanentemente. Querer a este país de
luchadores es lo que nos falta para llegar lejos, convencernos de que estamos
en un paraíso diverso, que puede ser fácilmente el mejor vividero del mundo es
lo que necesitamos para que se convierta en realidad.
Que viva la Selección Colombia que hace que los
no futboleros veamos cada pase comiéndonos las uñas y vibrando con los colores
de nuestra bandera.
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