3 de septiembre de 2018

Esperanza



Domingo en la noche, yo canaleando. Me encuentro con "El Pianista" y veo algo más de media hora, me duele, como cada vez que veo estas tragedias que han afectado a la humanidad y me lleno de preguntas. El drama de los judíos y de muchos otros grupos a los que no les han hecho películas, las humillaciones, las torturas, las miles de muertes que se dan a diario en el mundo me golpean y me hacen cuestionarme cómo, si el mundo se entera de lo que pasa con otros seres humanos los atropellos siguen y no hacemos nada por evitarlo. Cómo permitimos que un lunático acabe con millones de hombres, mujeres, familias enteras y no hacemos nada. ¿Qué pasa con las protestas, manifestaciones, derechos humanos? Alguien que se indigne y trate de detener tanta masacre.


Entonces, cierro mis ojos que es lo que hemos hecho siempre ante la crueldad y en otro canal me encuentro con “Mercy Ships”, un inmenso buque lleno de médicos, enfermeras y un montón de personal de apoyo, que van por los lugares más abandonados atendiendo enfermos, haciendo cirugías, rehabilitando, capacitando a médicos locales, cambiando la vida de millones de personas que en la mayoría de los casos no han tenido los medios para ser atendidos por un médico. Las cámaras muestran casos de pequeñitos que nacen con malformaciones, de adultos que cargan con tumores imposibles durante años y que encuentran en ese barco la única posibilidad de mejorar. Veo la dedicación de los médicos que se separan de sus familias y sus países durante días, meses o años para, sin recibir ninguna compensación monetaria, atender a estas personas.


Entonces pienso en el contraste, pienso también que en este mundo en el que aparentemente la fama y el dinero son lo único importante, aparecen estos seres que trabajan con todo el corazón a cambio de sonrisas, de abrazos agradecidos, de la satisfacción de mejorar e impactar vidas. Con esas imágenes me acuesto, pensando en qué puedo hacer yo por alguien más y con la grata idea de que aún hay esperanza.