21 de agosto de 2019

NN


Abrió los ojos, le ardían. La luz de los corredores no ayudaba, a su lado, una pared fría, casi blanca pero con manchas. Le dio asco. Entonces miró a su alrededor, trató de moverse y le respondió un dolor que le recorrió toda la espalda. Estaba acostada y cada trozo de piel contra la camilla le dolía. De su brazo reptaba un tubo que subía hasta una bolsa medio vacía que colgaba de un tubo oxidado. Su cuerpo estaba cubierto por una sábana azul celeste que seguramente fue más oscura antes de las mil lavadas que traía encima.



Trató de incorporarse pero sus brazos no respondieron, el poco músculo que quedaba adherido a los huesos estaba débil y entumido. Con esfuerzo levantó un poco la cabeza y vio a sus pies una fila de camillas, cada una con un personaje acostado y conectado a una bolsa como ella.



- Se despertó la NN – le dijo una enfermera a otra que le ayudaba y ambas la miraron con cara de asombro. Un rápido calor le subió a la cabeza, las mejillas de inmediato se llenaron de color, sintió que le hervían las cienes – No soy ninguna NN – pensó con furia.

- Si quiera se despertó – le dijo la enfermera mientras se acercaba por el corredor – Estábamos preocupados después de tantos días ¿cómo se siente? - Ella intentó responderle, pero en cada movimiento, un nuevo dolor aparecía.


- ¿Cómo se llama? – le preguntó. Ella abrió la boca para responder a la más sencilla de las preguntas, esa que se le hace a todo ser humano desde antes de que tenga la capacidad de responder. Entonces su cerebro se puso en blanco, no había recuerdos, no pudo rescatar un solo instante de su vida anterior a ese momento. No sabía quién era ni de dónde venía, entonces, con angustia lo admitió callada, soy una NN.