18 de febrero de 2015

Lo amoroso y lo detestable de las redes sociales


Las redes sociales se han convertido en una realidad que lo invade todo y como todo tiene muchas cosas positivas y también muchas negativas. Para una persona de última generación, entender las maravillas de las redes no es fácil, nacieron con ellas y les parece que es lo normal, nunca van a concebir que hace unos años, encontrar a una persona con la que se ha perdido el contacto se limitaba a una búsqueda en las páginas blancas, que podía complicarse si el buscado era de apellido Rodríguez y empeoraba si se llamaba Jorge, Jaime o María. La otra opción era buscar amigos comunes para ver si alguien tenía idea de que había pasado con el buscado.

Ahora encontrara a las amigas de colegio con las que se perdió el contacto veinte años atrás es tan fácil como recordar el nombre, aún más fácil si se recuerda el segundo apellido, se da buscar en la casilla de la lupa y listo, si hay muchos resultados posibles, se apoya uno en la foto o en la información adicional como el colegio o la universidad en la que estudió. Entonces, lo que hace tiempo era una tarea imposible, como encontrar a la que se fue del país veinte años atrás sin dejar pistas, se convierte en una búsqueda de segundos, enviar invitación y ¡charán!, en minutos puedes enterarte de que hizo esta persona en los veinte años que dejaste de verla.

Pero como todo, hay un lado bueno y otro no tan agradable, como que te enteras a diario de mil vainas que no te interesan, de otras mil que te incomodan y unas más que te pudren. Verbigracia: los fanatismos religiosos y antireligiosos, los fanatismos deportivos, los fanatismos políticos de los que defienden a un fulano corrupto y tramposo como si fuera de la familia, los apoyan a muerte, con la inocencia que da la parcialidad en la información o la ignorancia. Entiéndase, no critico los comentarios de actualidad en los temas mencionados, lo que no soporto es el tono fanático de algunos.

Los estados anímicos autocompasivos en los que sin querer las personas que los ponen están divulgando fallas internas que sería mejor dejar en la intimidad. Las cadenas, si, siguen existiendo las detestables cadenas del estilo “si no reenvías este mensaje en cinco minutos te va a partir un rayo”, “si no le envías esto a por lo menos cien personas una desgracia llegará a tu casa” etc, etc. Pero las que definitivamente me pudren son las que empiezan con un “Yo sé que no vas a compartir esta imagen porque…” “yo sé que no vas a dar like porque no quieres a los niños”, “yo sé que no vas a reenviar porque no te gustan los animales”, ¿qué sabe de mí el que creó el mensaje?, esos me enfurecen más que las llamadas al celular que empiezan con un “¿con quién tengo el gusto de hablar?” que es el preludio de una conversación de media hora en la que van a ofrecerme el crédito de mi vida.


Espero que no tomen el mensaje personal, seguramente también han tenido que lidiar con las pendejadas que yo publico y que pueden carecer de interés, pero decirlo al aire o a la hoja me permite desahogarme.

No hay comentarios:

Publicar un comentario