12 de marzo de 2024

¿Y ahora?

Los cambios asustan, seguramente por eso es tan famoso el dicho de “más vale malo conocido que bueno por conocer”.

 

Nos quedamos atados a lo que hay sin evaluar que tan bueno o malo es. Nos resignamos, supongo que es lo que pasa con los matrimonios que ya no funcionan, es más cómodo quedarse ahí, no es tan malo, ya a estas alturas da igual, ¿qué tal si me va peor?

 

Nos acomodamos negando la posibilidad de abrir nuevas puertas, de desafiar nuestra rutina con opciones inexploradas. Pero cuando nos atrevemos a movernos, a dejar lo conocido que sabemos cómo funciona aunque no funcione, cuando soltamos para lanzarnos al vacío, subimos la cuesta con una nueva duda a cada paso, sin aire por el esfuerzo, preguntándonos si no era mejor la seguridad de lo de siempre, que de paso no requiere energía extra. Al paso siguiente sentimos la emoción de lo nuevo, del paisaje que se abre al estar más alto en la subida, la frescura del aire que no respirábamos estando abajo y de nuevo las preguntas, la opción de dar la vuelta y regresar a la zona segura, bajar es más fácil que subir.

 

Pero si dejamos de dudar, si logramos callar nuestras inseguridades, nos esforzamos otro poco y encontramos al final de la subida, la tan esperada y tan temida cima. La brisa de posibilidades nos refresca la piel, el paisaje nos deja sin aire y la satisfacción nos eriza los poros, viene ahora lo más anhelado, pero también lo más difícil, viene el salto al vacío con todo el miedo que eso arrastra, la caída libre hacia nuestro nuevo futuro nos llena los pulmones, la emoción invade nuestros ojos que se llenan de lágrimas esperanzados. 

 

Respiramos y damos el paso, el salto al vacío, el instante en el que empieza el cambio, todo valió la pena para este momento, y ahora… ahora ¿qué?

 

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